Mucho se habla de la imagen que proyecta el colectivo homosexual en su día a día, y que de forma positiva y negativa influye en la percepción que la sociedad tiene actualmente sobre nuestro estilo de vida.

Evidentemente, es muy difícil hacer valoraciones sin contextualizar, y sobre todo sin partir de la base de que todos no somos iguales y por lo tanto, no tenemos las mismas inquietudes y formas de afrontar la propia realidad personal.

No pocas veces ha surgido esta pregunta en círculos de amistades, ¿Es la fiesta del orgullo gay un evento representativo de todo el colectivo homosexual? Algunas asociaciones de homosexuales lo rechazan porque “se ha convertido en un circo mediático” y sin embargo para los organizadores y partidarios, se trata del evento que más ha ayudado a normalizar la presencia de los homosexuales en la calle.

Personalmente, creo que depende mucho la manera de poner las cosas en perspectiva. Me puede gustar muchísimo un Gay Pride, porque lo veo el canal perfecto para disfrutar con gente que pasa por lo mismo que yo cada día, sin darle mayor importancia al hecho de celebrar si eres gay, lesbiana, bisexual o transexual, pero a lo mejor no me gusta tanto que se fomente un estereotipo de homosexual muy alejado de la realidad y que se pierda el carácter reivindicativo, no obstante se siguen sufriendo situaciones de dolor, que nos deben  hacer pensar, que el trabajo que se empezó ya hace mucho tiempo y que pretende de alguna forma limpiar el nombre de todos aquellos que en algún momento padecieron por el hecho de amar, aún no ha terminado. De hecho hay mucha gente que trabaja durante el resto del año en sensibilizar y fomentar una actitud de respeto y tolerancia, y este mensaje una vez comienza la fiesta, queda completamente desdibujado.

Cuando me paro a pensar en la imagen que solemos proyectar, me invade la desazón, porque pecamos de todo aquello que pregonamos, pedimos respeto, pero es llegar un Gay Pride o una fiesta en la que nos concentremos por miles y se la liamos a la iglesia, a los grupos de ultraderecha y no tan ultra, y nos metemos con la madre que le parió a aquel que nos jodió en un momento determinado. Es decir pedimos respeto, pero somos los primeros que ridiculizamos a otros estamentos sociales.

Ahora además, utilizamos estos eventos como altavoces para proclamar por diversas causas progres que no vienen al caso, nos creemos los portavoces de todo aquel que se siente perjudicado por el sistema, como si nosotros tuviéramos todo hecho. La realidad es que no es así y debemos plantearnos cuáles son nuestras metas como colectivo y cómo alcanzarlas como grupo social cohesionado, no como una jaula de grillos que es lo que parecemos subidos a una carroza, vestidos con cuero y con un cartel pidiendo  por el matrimonio igualitario y la adopción de menores. Un poquito de seriedad.

M.P