Transamerica-937012883-large-e1314482563960La Transexualidad es un problema de enorme trascendencia. La existencia de la persona transexual se ve trastocada en prácticamente todos los ámbitos de la vida. Además del sufrimiento que genera el problema en si, está el rechazo social y en muchas ocasiones incluso familiar hacia la persona que lo padece. En ocasiones los familiares confunden el problema con la homosexualidad y llegan a aceptar que se trate de eso, pero rechazan por entero que esa persona pertenezca en realidad al sexo contrario cuando ellos están seguros de haber traído al mundo una hija, o un hijo varón. En un primer momento se preguntan que está sucediendo y si su hijo sencillamente no estará loco.

Este rechazo se debe en la mayor parte de los casos a la ignorancia acerca de esta condición y a las leyendas negras que la rodean, así como a la desconfianza en los profesionales que la tratan, temiendo que lo hagan por hacer fortuna o que pertenezcan a alguna especie de secta peligrosa. Otras veces el rechazo se debe simplemente a la vergüenza, o a sentimientos de culpa o responsabilidad. Y también se dan los casos en que los familiares dicen aceptar a la persona pero siguen utilizando su género anatómico para dirigirse a él/ella, o de alguna forma le hacen el vacío, algo que esta persona detecta perfectamente. Para una persona transexual, operada o no operada, la relación con personas que siguen hablándole en su género biológico a pesar de conocer el problema, es totalmente superficial y desagradable. Por eso siempre tomará distancia con ellas, se traten de quien se traten. No puede haber actitud más desafortunada en el trato con transexuales que el uso de su género biológico para el trato con ellos.

El niño transexual detecta que tiene un problema y advierte perfectamente la incomprensión familiar hacia el mismo. Así este niño puede reaccionar muchas veces de forma impulsiva sin que los padres entiendan por qué, ser demasiado nervioso/a e incluso conflictivo. El pequeño crece con sentimiento de culpa o temor a que se le recrimine por su conducta, sabe que es diferente y se siente alterado al no poder definir cuál es el problema ni entender por qué siente tanto desasosiego.

La adolescencia es una de las etapas más difíciles en la vida de una persona. Para los transexuales, como para todo el mundo, esa etapa supone descubrirse a sí mismos, pero con una diferencia: ellos descubren que están atrapados en un cuerpo que no les corresponde según su género psicológico. El joven transexual descubre que sus senos crecen, aparece el período y sus órganos genitales no dejan lugar a dudas: es una mujer “¿qué me pasa?”. La joven transexual descubre como poco a poco el vello hace aparición por su rostro, la voz ha cambiado como la de sus hermanos varones y cada vez que mira sus genitales le resulta evidente que es un hombre “pero en mi interior soy una mujer”. Están encerrados en su propio cuerpo.

Durante la adolescencia además comienza la atracción sexual hacia las personas del otro género, esto es muy penoso para el transexual ya que no puede aspirar a que el sexo contrario se fije en él -o ella- como lo que realmente es. Esta circunstancia les ocasiona vergüenza, frustración, desolación, malestar, amargura.